miércoles, octubre 26, 2005

Cumbre Iberoamericana, seguridad y medios de comunicación

Artículo publicado en el nº 1 de la revista Réplica (continuadora de Asperina) de la Coalición Unidad Estudiantil (UNE), noviembre 2005. Elaborado a partir del texto Cumbre Iberoamericana, seguridad y altermundialismo publicado en este blog.

Salamanca acogió los pasados 14 y 15 de octubre de 2005 la XV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. Como esta previsto, la Cumbre, lejos de traer un “progreso ilimitado” a nuestra ciudad, convirtió a Salamanca en una fortificación. El espectacular aumento del número de miembros de la Policía Nacional, el corte durante los días previos de varias calles de la ciudad, como la Gran Vía, o el cierre de las Facultades situadas en el casco histórico (decretado por el Rector a petición del Gobierno) son algunas de las medidas implementadas con el fin de garantizar la “seguridad” de tan altos dignatarios. Y se supone que también la nuestra.

El discurso mediático-político dominante nos presenta el aumento de la seguridad como un mal menor necesario para afrontar los “desafíos de nuestro tiempo”. Pero el riesgo reside en que una buena parte de la ciudadanía ha interiorizado ese discurso y así, como lucidamente señalaba en pasados días el filósofo Emilio Lledó a propósito de un caso concreto, “quienes pasan, en estos últimos tiempos, por aeropuertos de distintos países, sobre todo de EE UU, acaban por insensibilizarse y aceptar, como algo natural ya, los duros y desagradables controles a los que se ven obligados”.

La niebla que recibió a las distintas delegaciones fue premonitoria de lo que sería para los salmantinos -especialmente aquellos que de una u otra forma tuvieran una vinculación con el casco histórico-, las “gloriosas jornadas de octubre”: días grises. Y no por la vestimenta de las fuerzas de seguridad durante el franquismo, sino porque durante media semana nuestra ciudad cambió su fisonomía habitual de urbe estudiantil y turística por la de una “torre de babel”, prácticamente vaciada de universitarios y tomada por la policía, únicos que dieron algo de “color” (a pié, caballo, helicóptero, lechera o lancha) a la triste Helmántica de esos días.

Al margen de la “Declaración de Salamanca”, sus 31 puntos y 16 comunicados, así como las artificiales polémicas sobre el uso o no del término “bloqueo” y la solicitud de extradición a Venezuela de Posada Carriles, Salamanca sirvió de punto de encuentro para las reivindicaciones de agricultores, anti-castristas, antimonárquicos, saharauis, altermundialistas, castristas y chavistas, y anarquistas. Independientemente de las reivindicaciones que todos estos grupos planteen, todas legítimas -aunque a nuestro pesar el traje verde oliva militar siga despertando una gran erótica entre amplios sectores de izquierda- , y a pesar del desmedido despliegue policial para una ciudad media como la nuestra, todas se desarrollaron sin incidentes.

Ahora, ¿cuántos ciudadanos se sumaron a estas movilizaciones alternativas a la Cumbre? Esta pregunta, que no es baladí, nos sirve para introducir el tercer aspecto que tratamos de analizar en el artículo: la cobertura informativa de los actos de las “cumbres realmente existentes”, ya que la “oficial” prácticamente sólo permitió participar a la ciudadanía del ciclo de cine iberoamericano que se organizó en la Filmoteca de Castilla y León. Y es que más allá de los grandes discursos y de las solemnes inauguraciones, diversos movimientos sociales de la ciudad organizaron en los días previos numerosas conferencias y encuentros, que culminaron en las movilizaciones del sábado 15. Así, tenemos que hablar de las Jornadas interculturales del Foro Solidario Cuba-Venezuela, de las Mil y una Américas de Ecologistas en Acción y CGT o de las organizadas por el sindicato CNT, entre otras.

Al margen de que todas pretendieran acercar a los que asistíamos a ellas “la verdadera realidad de América Latina”, hay que señalar que para la prensa local prácticamente no existieron. Menos, incluso, para la publicación impulsada por nuestra Universidad, Diario Cumbre, quien sólo se ocupó de este tipo de actos en dos breves noticias, durante los ocho días en que el periódico se publicó. En este sentido, páginas web de información alternativa se hacían eco de lo que consideraban “complot de la prensa española para silenciar las manifestaciones de la Cumbre de Salamanca”. Urge entonces preguntarse ¿por qué este silencio?, ¿por qué no informar de que miles de ciudadanos (cientos por la mañana) salieron en la tarde del mencionado sábado?, quizás porque cinco de las seis, a pesar de las notables diferencias entre organizadores y participantes, todas ellas planteaban la necesidad de esbozar alternativas a “la globalización realmente existente”.

Pero como señalamos, no existió un frente común de oposición a las políticas que este tipo de “Cumbres de las Hipocresía”, tomando el lema de una de las protestas, plantean. Y ese es uno de los principales déficits que observamos desde la izquierda plural que aspiramos a representar en la Universidad y la Sociedad. En este sentido, los actos que más ciudadanos congregaron fueron aquellos que abundaron en la adhesión incondicional y acrítica a los gobiernos de Cuba y Venezuela, frente a otros que planteaban propuestas más concretas y a la vez más abiertas en pos de lograr que otro mundo sea posible. Lástima que triunfara el discurso fraseológico, la retórica revolucionaria, la idolatría hacia ciertos líderes y la división en cuanto a las luchas que reivindicar. Con este panorama, muy tranquilos debieron quedarse el centenar y medio de empresarios reunidos en el I Encuentro Empresarial Iberoamericano: sólo se impugnan las políticas que preconizan, y que los gobiernos aplican, gritando consignas y no planteando de forma seria y rigurosa el debate en la sociedad civil sobre a dónde nos conducen y cuales son algunas de las posibles alternativas que podemos construir.

miércoles, octubre 05, 2005

Hacia una reconversión de la educación

Artículo publicado en el nº 1 de la revista Réplica (continuadora de Asperina) de la Coalición Unidad Estudiantil (UNE), noviembre 2005.

A priori, la introducción en “Europa” de un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) debería ser recibida con entusiasmo, máxime entre aquellos que concebimos un mundo sin fronteras, no sólo para el capital. Visto de forma idealizada, supondría entre otros “beneficios” el final de los problemas para la convalidación de aquellas asignaturas que cursaste de Erasmus o una agilización de los trámites de matriculación, ya que como se señala en uno de los objetivos de la Declaración de Bolonia, se pretende “la adopción de un sistema fácilmente legible y comparable de titulaciones, mediante la implantación, entre otras cuestiones, de un Suplemento al Diploma”.

Pero los hechos parecen ir desmontando las supuestas bondades del EEES. Una vez más, la “integración europea” supondrá sacrificios, menores suponemos, que anteriores reconversiones –no educativas- como la operada en el sector industrial en la década de los 80, pero que igualmente sigue un esquema similar. Desde “Europa”, en aras de una mayor “calidad”, “movilidad,” “diversidad” y “competitividad” se nos presenta la introducción del EEES como “el único camino”. En sintonía con el discurso neoliberal imperante, se nos plantea que no hay alternativas. Pero claro que existen y por eso exigimos una adaptación justa y negociada y, por qué no, un cuestionamiento en sí mismo, del proceso de construcción europeo de educación superior.

Pero, ¿cuáles son los hechos que desmontan las virtudes del EEES? Sobre todo el propósito, en consonancia con otras estrategias europeas como la Agenda de Lisboa, de convertir la universidad en centros de formación de empleados (en algunos casos “emprendedores”) en detrimento de su tradicional papel de formadores, en mayor o menor medida, de ciudadanos. De esta manera, las propuestas que meses pasados formularon las comisiones del Consejo de Coordinación Universitaria, se situaban en la línea de reducir el actual catálogo de carreras casi a la mitad.

Entre las titulaciones afectadas, las genéricamente definidas como humanísticas, constituían el principal grupo. De esta forma no debe sorprendernos las rápidas movilizaciones que estudiantes de Historia del Arte, Musicología y Humanidades llevaron a cabo en diferentes universidades del Estado que han finalizado con la reconsideración de la postura de la Comisión y la “reintegración” de Historia del Arte al nuevo catálogo de grados. Pero, ¿qué pasa en el resto de carreras como la de Humanidades que ni siquiera pasaría a ser un postgrado?

Y aquí consideramos que está la clave del proceso de integración educativo europeo: ¿Qué modelo de educación queremos para el futuro?. ¿Una educación superior encaminada a la formación e integración de cuadros en la “sociedad informacional” basada únicamente en los conocimientos científico-tecnológicos?. ¿A dónde irán a parar las Humanidades en tiempos que la reflexión crítica y disidente es con frecuencia estigmatizada?

En España, existe el compromiso del presidente Zapatero de que cualquier cambio en las humanidades “será para realzar su importancia, nunca para reducirla”, por lo que si actúa igual que hizo ante otras promesas el futuro de las Humanidades en nuestro país estaría momentáneamente asegurado. Quedarían entonces en un molesto jaque las propuestas de reducción y eliminación antes mencionadas. Pero esto no significaría que la partida hubiera acabado. Se hace necesario ir más allá del debate coyuntural y hacer comprender el insustituible papel formador que en la creación de ciudadanos ejerce desde hace tantísimos años el estudio de las materias humanísticas. Sólo entonces, los cantos de sirena llamando a la reducción de su papel chocarían con la oposición frontal de una sociedad convencida de la utilidad social de estas materias.

Problema de salud pública o negocio: a propósito del consumo de alcohol en la calle.

Artículo publicado en el nº 1 de la revista Réplica (continuadora de Asperina) de la Coalición Unidad Estudiantil (UNE), noviembre 2005.

Desde hace dos cursos académicos, las autoridades municipales de Salamanca comenzaron a interesarse por la salud de los estudiantes de la Universidad. A raíz de la celebración de las distintas fiestas de facultad, el Ayuntamiento –en bastantes ocasiones con la permisividad e incluso colaboración de las autoridades universitarias- presentó el consumo de alcohol en la calle durante algunas fechas del calendario académico como un verdadero problema de salud pública.

En cierta medida lo es, como también es cierto que subyacía un interés puramente económico, motivado por la presión del lobby hostelero, tras la aparente “preocupación” de nuestras autoridades. Porque claro está, cuando el que monta una competición alcohólica en la calle es el mencionado lobby no pasa nada. Y así el Ayuntamiento fomenta y los medios de desinformación local elogian la brillante idea de organizar una Feria de Día en la calle.

Lástima que sólo hayan sido algunos blogs (¿para dónde miran ahora los medios de comunicación locales que descalificaban globalmente al alumnado hace meses?) los que se hayan cuestionado este invento que durante bastantes días generó olores, humos, música, contenedores, suciedad y grasas en mayor cantidad que nuestras fiestas patronales. Pero ahora se trataba de un negocio. Daba igual que la gente estuviera borracha a las 9 de la mañana, lo que importaba era hacer negocio. Preocupación por el consumo de alcohol masivo SÍ, hipocresía NO.

Cumbre Iberoamericana, seguridad y altermundialismo

Salamanca acoge los próximos 14 y 15 de octubre de 2005 la XV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. Las informaciones periodísticas publicadas en los últimos días nos muestran como la Cumbre, lejos de traer un “progreso ilimitado” a nuestra ciudad, convertirá Salamanca en una fortificación. El espectacular aumento del número de miembros de la Policía Nacional, el corte durante los días previos de varias calles de la ciudad, como la Gran Vía, o el cierre de las Facultades situadas en el casco histórico (decretado por el Rector a petición del Gobierno) son algunas de las medidas implementadas con el fin de garantizar la “seguridad” de tan altos dignatarios.

El discurso mediático-político dominante nos presenta el aumento de la seguridad como un mal menor necesario para afrontar los “desafíos de nuestro tiempo”. Pero el riesgo reside en que una buena parte de la ciudadanía ha interiorizado ese discurso y así como lucidamente señalaba en pasados días el filósofo Emilio Lledó a propósito de un caso concreto “quienes pasan, en estos últimos tiempos, por aeropuertos de distintos países, sobre todo de EE UU, acaban por insensibilizarse y aceptar, como algo natural ya, los duros y desagradables controles a los que se ven obligados”.

De esta manera la Cumbre Iberoamericana, más concretamente Salamanca, adquirirá el aspecto de ciudades como Seattle, Praga o Génova con motivo de cumbres de organismos ademocráticos -en palabras de Joaquín Estefanía- como la OMC, el FMI, BM, el Foro de Davos o el Consejo Europeo. Máxime cuando diversos grupos, entre ellos algunos que podemos definir dentro del movimiento altermundialista, han solicitado manifestarse durante esos días en Salamanca. De esta manera, nuestra ciudad cambiará durante media semana su fisonomía habitual de urbe estudiantil y turística por la de una “torre de babel”, prácticamente vaciada de universitarios y tomada por la policía, únicos que darán algo de “color” a la triste Helmántica de esos días.

Pero independientemente de las reivindicaciones que todos estos grupos planteen, todas legítimas -aunque a nuestro pesar el traje verde oliva militar siga despertando una gran erótica entre amplios sectores de izquierda- , esperamos que un desmedido despliegue policial para una ciudad media como la nuestra no fomente actos violentos. Porque en resumidas cuentas, en lo que la mayoría de las convocatorias previstas coincide es en la necesidad de plantear alternativas a la globalización realmente existente, fin loable este que debe estar alejado de cualquier tentación violenta.