domingo, marzo 05, 2006

Sobre calles y expolios

Artículo publicado el periódico digital La Voz de Salamanca.

La penúltima ocurrencia del Alcalde de Salamanca ha sido la de sustituir el nombre de la calle Gibraltar, donde si sitúa el Archivo General de la Guerra Civil, por el de Expolio. Para el grupo de gobierno municipal –al igual que para una parte de la ciudadanía salmantina- el cumplimiento por el Gobierno de la Ley 21/2005, de 17 de noviembre, de restitución a la Generalidad de Cataluña de los documentos incautados con motivo de la Guerra Civil no supone otra cosa que un “expolio” a la Ciudad. La prensa local ha señalado estos días –con aparente extrañeza- como la política escribe en las calles(1). La denominación de una vía pública con una u otra denominación –en la mayoría de las ocasiones- no es el resultado de una elección casual. Como diversos autores han señalado “el callejero urbano, [...] constituye un modesto pero nada desdeñable Lugar de Memoria. Colocar un nombre a una calle o plaza supone una elección y una imposición realizada por un órgano de poder”(2). De esta manera, durante buena parte del siglo XX, a medida que Salamanca avanzaba en su proceso de urbanización, las distintas corporaciones –como órganos de poder que son- utilizaron la toponimia con claros fines políticos. Fines, por ejemplo, encaminados a la transmisión de una determinada concepción de la nación o de un determinado proyecto político, ya que como ha señalado el profesor José Álvarez Junco “más fácil y barato que erigir monumentos era poner nuevos nombres a las calles”(3).

Buena muestra de lo que señalamos sucedió con el advenimiento de la Segunda República en Salamanca, que trajo el cambio de nombre de dos de sus principales calles. Como refleja la prensa escrita, “las calles de San Pablo y Zamora, han sido bautizadas con los nombres de Fermín Galán y García Hernández, respectivamente, por obra y gracia del entusiasmo de la juventud republicana y su fervor hacia los hombres que dieron su vida en holocausto de la República”(4). Esta rápida modificación de dos de las principales arterias de la ciudad manifiesta como “la calle constituye un lugar público, [...] potencialmente transformable en un foco de emisión de mensajes. En este caso el mensaje tiene como medio de difusión la denominación concreta de las vías públicas. La imposición de una determinada denominación corresponde a un centro de poder y su objetivo básico es perpetuar el recuerdo de una persona, un colectivo, acontecimientos históricos o fechas importantes”(5).

Siguiendo con nuestro ejemplo de la época republicana, la preocupación por la modificación del callejero no constituyó una de las prioridades de la acción municipal. Así, las Actas de Sesiones del Pleno del Ayuntamiento de Salamanca no recogen preocupación alguna por la toponimia salmantina hasta que, en marzo de 1933, el concejal encargado de la Comisión Municipal de Policía, Enrique Santos Mirat, presentó una propuesta al Pleno con el fin de “hacer desaparecer el estado anárquico dejado crear por anteriores Ayuntamientos, en el aspecto interesantísimo de la nomenclatura de las vías públicas de la Ciudad”. Pero más que modificar el nombre de calles existentes –sólo dos fueron afectadas-, de lo que se trataba era de designar con un nombre aquellas calles innominadas oficialmente, en este caso un total de ochenta y dos. En función de cuatro criterios se nombraron las vías: “salmantinos ilustres y españoles célebres”, “Repúblicas Hispanoamericanas” y ”las batallas más memorables libradas por soldados españoles”(6).

Durante el quinquenio republicano se produjeron dos nuevas revisiones del callejero, pero no será hasta agosto de 1936, cuando en la Salamanca centro de poder del Estado franquista se inicie un proceso sistemático de revisión vial encaminado a la “destrucción sistemática de todo aquello que recuerde lo que representaba el régimen republicano”(7), que no culminará hasta 1938. Así, con el objetivo de “honrar a los que han colaborado decisivamente y conducen el movimiento salvador de España”(8) el Ayuntamiento sustituyó –a modo de ejemplo- la calle Pablo Iglesias por la Dimas Madariaga, la 14 de abril por la 17 de julio, la 1º de mayo por Milicias Nacionales, la Plaza de la República por España o la Puerta de Zamora por Ejército. Con el transcurrir de los meses Franco, José Antonio Primo de Rivera, Goded, Calvo Sotelo y Víctor Pradera tendrán su calle, al igual que –no nos olvidemos- la Alemania nazi y la Italia fascista.

La llegada de la Democracia posibilitó el cambio de buena parte, no de toda, la toponimia franquista en Salamanca. Todavía nuestra Ciudad conserva símbolos franquistas, baste como botón de muestra el medallón dedicado a Franco en la Plaza Mayor, que no han sido sustituidos por otros de mayor aceptación entre el conjunto de la ciudadanía, y de claros componentes democráticos. De esta manera, la personalísima decisión de Julián Lanzarote no puede resultar más desafortunada. Cuando todavía queda mucho que hacer en políticas públicas de lo que vagamente se ha venido a llamar “recuperación de la memoria histórica”, la calificación de “expolio” a un acto de justicia –la restitución de documentos- constituye un verdadero insulto a la memoria de los vencidos. Porque, a estas alturas, ¿cómo algunos salmantinos pueden alegrarse de que “cayeran” aquí documentos encaminados a la represión? O es que olvidan –o lo que es peor justifican- que la incautación y clasificación de documentos del bando republicano estuvo dirigida a la eliminación, persecución y marginación de los republicanos, y no a la constitución de ningún Archivo Nacional.

(1) La política escribe en las calles, Tribuna de Salamanca, 28/2/2006, pp.8-9.

(2) MADALENA CALVO, JOSÉ IGNACIO, ESCUDERO, MARÍA del CARMEN, PRIETO ALTAMIRA, ALFREDO y FRANCISCO REGUILLO, JOSÉ (1988): Los lugares de memoria de la guerra civil en un centro de poder : Salamanca, 1936-1939. En JULIO ARÓSTEGUI (Ed.), Historia y memoria de la guerra civil. Valladolid: Junta de Castilla y León, p.490.

(3) ÁLVAREZ JUNCO, JOSÉ (2001): La creación de los símbolos nacionalizadores en el siglo XIX español. En JEAN-LOUIS GUEREÑA (Ed.), Les nationalismes dans L´Espagne contemporaine. Idéologies, mouvements, symboles. Paris: Editions du Temps, p.72.

(4) Dos calles a Galán y García Hernández, El Adelanto, 16/4/1931, p.1.

(5) MADALENA CALVO, JOSÉ IGNACIO et al., Ibíd.

(6) Archivo Municipal de Salamanca, Registro de Actas de Sesiones del Pleno del Ayuntamiento de Salamanca, Sesión subsidiaria, 20-3-1933, libro 315, pp.146-148.

(7) MADALENA CALVO, JOSÉ IGNACIO et al., op. cit., p.491.

(8) MADALENA CALVO, JOSÉ IGNACIO et al., op.cit., p.492 y siguientes.