lunes, marzo 13, 2006

La Voz de Salamanca frente a los medios de comunicación en crisis

Artículo publicado en el periódico digital La Voz de Salamanca.

Hace ya más de un año Ignacio Ramonet alertaba –a propósito de lo que sucedía en Francia-, del riesgo que para el pluralismo suponía que la prensa escrita cayera “bajo el control de un pequeño grupo de industriales”(1). Un elocuente ejemplo de esta situación –producto en buena medida de la caída en la difusión de la prensa- es la entrada del financiero Edouard de Rosthschild, “poseedor de uno de los apellidos que el imaginativo popular más identifica con el capitalismo y el poder del dinero”(2), en la sociedad editora del antiguo diario maoísta Libération. Pero, ¿cuáles son las causas que llevan a que Ramonet plantee que los medios de comunicación se encuentren en crisis? El desarrollo de los diarios gratuitos –en una ciudad intermedia como Salamanca se distribuyen dos-, la expansión de Internet que lleva aparejada la emergencia de blogs y de diarios electrónicos, pero sobre todo “la pérdida de credibilidad de la prensa escrita” nos llevarían a esta situación. Pérdida de credibilidad como consecuencia de la conversión de los grandes medios de comunicación en meros “órganos de propaganda”(3). Ejemplo de esta conversión en “órganos de propaganda”, en este caso en uno de los diarios de referencia europeos, lo constituyó el tratamiento editorial y periodístico que de la campaña electoral francesa para la ratificación del Proyecto de Tratado por el que se establece una Constitución para Europa realizó EL PAÍS en nuestro país.


Los diarios de referencia tienen una importancia decisiva “en la creación de la opinión y de los estereotipos dominantes”. En general, se identifican “con un proceso fundador de la comunidad nacional a la que pertenecen” como en el caso de EL PAÍS sería la transición a la democracia o en de Le Monde “la voluntad de modernización de Francia después de la segunda guerra mundial”, pretendiendo alcanzar “el rigor en el contenido”, mediante “la contrastación de las fuentes”, “el pluralismo de las opiniones”, “el rechazo de lo sensacional” y “la voluntad de estilo”. Además, en el caso de los diarios mencionados, una de sus características es la de mantener “una posición favorable a la versión institucional de la construcción europea”(4). En el caso de EL PAÍS, este diario suma a su europeísmo la desconfianza ante la elección del referéndum como forma de legitimación de los Tratados Internacionales, como ya mostró en 1992 cuando al socaire del debate generado, fundamentalmente por un sector de Izquierda Unida en España, sobre la conveniencia de ratificar Maastricht mediante una consulta popular, editorializaba: “la dificultad de reducir las diferentes opiniones existentes a la alternativa sí/no conduce a una estilización del debate y a una simplificación de los argumentos tan grande que, en lugar de esclarecer, polariza: crea diferencias donde no las había y coloca a una parte considerable del censo en posición de perdedores. En lugar de reforzar la legitimidad del proceso, se estaría suscitando una confusa y artificial militancia contra él”(5).


Por tercera vez, en casi cincuenta años de integración europea, los franceses estaban convocados a las urnas el 29 de mayo de 2005 para pronunciarse sobre el mencionado proceso. En las anteriores consultas, celebradas con motivo de la Ampliación de las Comunidades Europeas en 1972 y del Tratado de Maastricht (1992), el había vencido, aunque por muy estrecho margen en el caso de la ratificación de Maastricht. El apoyo de EL PAÍS a la versión institucional de la construcción europea se muestra ahora, de forma más explícita a lo que había editorializado en anteriores consultas (Dinamarca, Noruega, Irlanda, Francia) con su apuesta explícita por el . Un claro ejemplo de esto lo tenemos en el editorial de la jornada de reflexión en España, previa a la consulta popular sobre la “Constitución Europea”, titulado significativamente Por el sí.


Dejando de lado el partidismo de este periódico reflejado en la descalificación global de los opositores al Tratado, la traca final se produjo la jornada previa a la votación. Sí, por favor –en francés-, fue el titular que EL PAÍS dedicó a la consulta. Ante la cita del 29 de mayo de 2005 apelaba a “la gran responsabilidad que incumbe a cada uno de los votantes franceses”. En el fondo, el tan socorrido argumento poblacional. Resultaba prácticamente inconcebible para este periódico un rechazo a un texto que, hasta el momento de la consulta francesa, había sido refrendado por nueve países y 220 millones de ciudadanos. Idéntica advertencia había realizado un día antes la Comisión Europea. De esta forma la apuesta por el no era entendida como chovinismo para EL PAÍS. Así, consideraba que "cabe pedir a los franceses que piensen en Europa y en Francia como socio de la UE, y no sólo se miren su ombligo". Este diario señalaba en el haber de los franceses la intensidad de su debate, muy rico en comparación con el pobre despertado en España como consecuencia del referéndum del 20 de febrero de 2005. Pero de este interés por informarse el periódico sacaba una conclusión errónea, a nuestro juicio: identificar información con un voto favorable o “razonable” para EL PAÍS, con el fin de “evitar que Francia sumerja a Europa en una profunda crisis”. Finalmente, recurría al argumento estrella, por llamarlo de alguna forma, de los defensores del Tratado: "Lo peor es que si Francia vota no el domingo, la Unión entrará en un trance de imprevisibles consecuencias. No hay plan B. Y si lo hubiera, sería derrotista anunciarlo de antemano. Por tanto, amigos franceses: Oui, s’il vous plait".

Pero este panorama que acabamos de trazar no se circunscribe solamente a un diario del prestigio de EL PAÍS. La crisis de los medios de comunicación es también perceptible en nuestro entorno más cercano, en Salamanca. No hablamos de una concentración empresarial, que a modo de monopolio, controle las cabeceras de los periódicos, las radios o las televisiones. Nos referimos a una concentración ideológica, es decir, a la transformación de la práctica totalidad de los medios de comunicación de nuestra ciudad y provincia en órganos de propaganda al servicio del poder establecido. Por suerte, todavía hay ciudadanos que de manera altruista impulsan espacios para la disidencia y la lucha contra el pensamiento único –como La Voz de Salamanca-, que nos permiten seguir soñando con lograr que “otra Salamanca sea posible”.

(1) RAMONET, IGNACIO: Medios de comunicación en crisis, LE MONDE diplomatique. Edición española, enero de 2005, pp.1 y 26-27.

(2) MARTÍ FONT, J. M.: Rotschild entra en Libération con la promesa de no intervenir en la línea del diario, EL PAÍS, 24/01/2005.

(3) RAMONET, IGNACIO: Ibíd.

(4) VIDAL-BENEYTO, JOSÉ: “Le Monde” y los diarios de referencia, EL PAÍS, 05/07/2004, p.32.

(5) EDITORIAL:...pasando por Madrid, EL PAÍS, 13/09/1992.

(6) EDITORIAL: Por el sí, EL PAÍS, 19/02/2005, p.12.

(7) EDITORIAL: Oui, s´il vous plait, EL PAÍS, 28/05/2005, p.14.